+1 800 972-5442 (en español)
+1 800 876-9880 (en inglés)
ALIMENTO DIARIO
Cuando llegó la hora, Jesús se sentó a la mesa y los apóstoles se sentaron con él. Entonces les dijo: «¡Cómo he deseado comer con ustedes esta pascua, antes de que padezca! Porque yo les digo que no volveré a comerla hasta su cumplimiento en el reino de Dios» (Lucas 22:14-16).
Llegó el día de los panes sin levadura, cuando es necesario sacrificar el cordero de la pascua. Jesús envió a Pedro y a Juan con estas instrucciones: «Vayan a preparar todo para que comamos la pascua.» Los discípulos partieron, y encontraron todo tal y como Jesús se lo había dicho, y prepararon la pascua (Lucas 22:7-8, 13).
Los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley buscaban algún modo de acabar con Jesús, porque temían al pueblo. Entonces entró Satanás en Judas, uno de los doce, al que llamaban Iscariote. Este fue a los jefes de los sacerdotes y a los capitanes del Templo para tratar con ellos cómo les entregaría a Jesús. Ellos se alegraron y acordaron darle dinero. Él aceptó y comenzó a buscar una oportunidad para entregarles a Jesús cuando no hubiera gente (Lucas 22:2-6 NVI).
Domingo de Ramos Pues irá y matará a esos labradores, y dará su viña a otros.» Al oír esto, la gente exclamó: «¡Dios nos libre!» Pero Jesús los miró fijamente y les dijo: «¿Qué significa esta escritura que dice: »»La piedra que desecharon los constructores ha venido a ser la piedra angular?» Todo el que caiga sobre esa piedra, se hará pedazos; y si ella cae sobre alguien, lo aplastará por completo.» (Lucas 20:16-18).
Un día, mientras Jesús estaba en el templo enseñando al pueblo y anunciándoles las buenas noticias, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, junto con los ancianos, y le preguntaron: «¿Con qué autoridad haces todo esto? ¿Quién te ha dado esta autoridad?» (Lucas 20:1-2).
Después Jesús entró en el templo, y comenzó a echar de allí a todos los que vendían y compraban. Les decía: «Escrito está: «Mi casa es casa de oración.» ¡Pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones!» (Lucas 19:45-46).
Ya cerca de la ciudad, Jesús lloró al verla, y dijo: «¡Ah, si por lo menos hoy pudieras saber lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos (Lucas 19:41-42).
«Como pueden ver, ahora vamos camino a Jerusalén. Allí se cumplirá todo lo que los profetas escribieron acerca del Hijo del Hombre. Éste será entregado a los no judíos, los cuales se burlarán de él, lo insultarán y le escupirán, y después de azotarlo, lo matarán. Pero al tercer día resucitará» (Lucas 18:31b-33).
En su camino a Jerusalén, Jesús pasó entre Samaria y Galilea. Al entrar en una aldea le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se quedaron a cierta distancia de él, y levantando la voz le dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Cuando él los vio, les dijo: «Vayan y preséntense ante los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras ellos iban de camino, quedaron limpios (Lucas 17:11-14).
¿O qué mujer, si tiene diez monedas y pierde una de ellas, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con cuidado la moneda, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: «¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la moneda que se me había perdido!» Yo les digo a ustedes que el mismo gozo hay delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente» (Lucas 15:8-10).