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ALIMENTO DIARIO
Las que son mis ovejas, oyen mi voz; y yo las conozco, y ellas me siguen. Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano (Juan 10:27-28).
Pues me viene a la memoria la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que habita en ti también (2 Timoteo 1:5).
Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. (Mateo 28:19-20a).
Pero eres tú quien me dio la vida, eres tú quien me infundió confianza desde que era un niño de pecho. Antes de nacer fui puesto a tu cuidado; aún estaba yo en el vientre de mi madre, y tú eras ya mi Dios (Salmo 22:9-10).
Yo vendré y los bendeciré en todo lugar donde yo haga que mi nombre sea recordado (Éxodo 20:24b)
Y la tercera vez le dijo: «Simón, hijo de Jonás, ¿me quieres?» Pedro se entristeció de que la tercera vez le dijera «¿Me quieres?», y le respondió: «Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas (Juan 21:17).
… Más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2b NTV)
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla. Él la purificó en el lavamiento del agua por la palabra (Efesios 5:25b-26).
Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mateo 28:19).
Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios (Efesios 2:8).