
"Jamás se vio ni se oyó"

"Nunca antes hubo oídos que lo oyeran ni ojos que lo vieran, ni nadie supo de un Dios que, como tú, actuara en favor de aquellos que en él confían... Pero tú, Señor, eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú eres quien nos da forma; todos nosotros somos obra de tus manos." Isaías 64:4; 8
Debido al pecado que heredamos y que cometemos, tanto tú como yo somos impuros. Por lo tanto, ante la santidad de Dios, nuestras buenas obras no tienen ningún valor. El pecado es algo innato y por más que hacemos muchas cosas para evitar que los demás lo vean, igual sigue estando y afectando todo lo que hacemos. Eso es lo que nos hace estar sucios, solos, asustados, aislados. No hay cómo esconderlo.
Pero, por su gran misericordia y amor, Dios envió al mundo a su hijo Jesús para ofrecernos su reconciliación y perdón. Ese perdón, que Jesús obtuvo muriendo en la cruz y resucitando de la muerte, es nuestro a través de la fe, sólo por la gracia de Dios. Ese perdón, puesto en práctica por quienes hemos sido perdonados, es la única esperanza para el mundo. No hay dios que se compare al Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios obra en todo aquel que en él espera: Dios ha preparado para los que le aman cosas que nadie ha visto ni oído, y ni siquiera pensado.
ORACIÓN: Gracias Dios, mi salvador, por tu misericordia y amor. Te alabo pues tú eres mi redentor y me ofreces vida a través de Jesús. En su nombre. Amén.
© Copyright 2016 Cristo Para Todas Las Naciones
Escríbenos a camino@lhm.org
Estudio bíblico en video doblado al español disponible en Vimeo:
Para comprar el DVD Visite nuestra librería