
"Confiesa tu pecado"

"Dichoso aquél cuyo pecado es perdonado, y cuya maldad queda absuelta. Dichoso aquél a quien el Señor ya no acusa de impiedad, y en el que no hay engaño... Te confesé mi pecado; no oculté mi maldad. Me dije: 'Confesaré al Señor mi rebeldía', y tú perdonaste la maldad de mi pecado." Salmo 32:1-2; 5
David mismo habló de la dicha de aquel a quien Dios acepta como justo sin tomarle en cuenta sus hechos. Al confesar tus pecados a Dios, aquel que te creó y que conoce cada sucio secreto de tu mente y de tu vida, que te libra de culpa, Dios te acepta como justo aunque no hayas hecho nada que merezca su favor.
Confiésate arrepentido y, sin miedo, deja de luchar contra el hecho de que no eres perfecto y que necesitas ayuda y consuelo. La condena ya la pagó Jesús por ti y por mí en la cruz. Ya no te ocultes detrás de rabietas, malhumor, orgullo, cansancio, autocompasión, tristeza y lágrimas. Experimenta la alegría del perdón, como el salmista: "Te confesé mi pecado; no oculté mi maldad. Me dije: 'Confesaré al Señor mi rebeldía', y tú perdonaste la maldad de mi pecado" (Salmo 32:5).
ORACIÓN: Dios mío, perdóname mis pecados y dame el alivio y descanso de la culpa. Perdóname, Padre, por amor a Jesús. Amén.
© Copyright 2016 Cristo Para Todas Las Naciones