
"Un jabón milagroso"

"Aunque te laves con lejía, y te enjabones demasiado, no se borra de mi vista la mancha de tu pecado." Jeremías 2:22
En la sociedad tan desarrollada tecnológicamente en que vivimos, existen productos para quitar cualquier clase de manchas... o por lo menos eso es lo que los comerciales de televisión quieren hacernos creer.
Pero la mancha del pecado no es como las manchas en la ropa, por lo que no es humanamente posible removerla. Como Jeremías les recuerda a sus oyentes: no existe un jabón--orgánico o mineral--que pueda quitar la mancha de nuestro pecado que llevamos impregnada. Por más que refreguemos no lograremos sacarla, porque es impermeable a nuestros esfuerzos. Sólo un acto de Dios podría dejarnos limpios.
Y un acto de Dios es lo que Cristo nos dio en la cruz. Irónicamente, la sangre que él derramó por nosotros en el Calvario se ha convertido en el jabón milagroso que nos deja limpios y sin manchas. La sangre, una sustancia que normalmente mancha, se ha convertido en algo que limpia. "El Señor dice: 'Vengan ahora, y pongamos las cosas en claro. Si sus pecados son como la grana, se pondrán blancos como la nieve. Si son rojos como el carmesí, se pondrán blancos como la lana.'" (Isaías 1:18).
Por la sangre de Jesús quedamos perfectamente limpios para entrar en su reino celestial. Con la ayuda del Espíritu Santo podemos vivir con esperanza, sabiendo que nos espera una eternidad en la que, con vestimentas perfectamente limpias, alabaremos para siempre a Dios por el jabón milagroso de la sangre de Jesús.
Precioso Salvador, que derramaste tu sangre inocente para que pudiéramos ser limpios, ayúdanos con el poder de tu Espíritu a vivir vidas limpias delante de ti y a mostrar a quienes nos rodean el valor de tu sacrificio. Amén.
Pastor Aaron M. Schellhas
© Copyright 2016 Cristo Para Todas Las Naciones