
El refugio ante los conflictos

"Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo." Juan 16:33
Todos necesitamos un lugar donde sentirnos seguros. Aunque ese lugar sea incómodo, si es seguro, nos gusta. Por el contrario, hay lugares desconocidos que, aun siendo amplios y lujosos, no logran transmitirnos un sentido de seguridad y protección. Quizás la imagen más clara de lo que digo es la de un bebé en el vientre de su madre: aunque apretado y sin mucho espacio para moverse, disfruta del calor materno con un placer inexplicable. Pensemos en los pollitos amontonados en su pequeño nido bajo las alas de su madre; ninguno quiere salir de allí, pues ahí reciben todo el calor, protección y comida que necesitan.
Nuestro Señor Jesús nos habla hoy de una forma que nos permite disfrutar de tal sentido de cuidado, cariño y provisión. Se muestra a sí mismo como el refugio donde encontramos paz. Nos dice: "para que en mí tengan paz." Estando en él, es decir unidos a él, rodeados por su santa y poderosa presencia, tenemos el don precioso de la paz, pues Jesús es nuestra paz. También estamos unidos al Salvador por el agua del bautismo, pero no aislados ni encarcelados. El Señor nos habla con franqueza, y así como asegura su paz, también anticipa que estamos y viviremos en medio del mundo hostil, rodeados de conflictos que producen aflicción, precisamente por creer y confesar la fe que nos une a él. Frente a la oposición que provoca el ser cristiano, nuevamente nuestro Salvador nos da una palabra de consuelo. Él afirma que ante la apariencia de debilidad o tristeza, debemos confiar y conservar el ánimo, porque aunque pasemos por dificultades tenemos la corona de la vida eterna. Tenemos la victoria final que son la resurrección y la vida eterna.
Amado Señor, recuérdanos hoy de tu dulce presencia para ser consolados y sentir el calor de tus manos protectoras. Amén.
© Copyright 2015 Cristo Para Todas Las Naciones