
"¡Que Dios me abra el entendimiento!"

Domingo de resurrección
(Lucas 24:13-35)
"En ese momento se les abrieron los ojos, y lo reconocieron." Lucas 24:31
"Tengo la mente aturdida" le dijo Cleofas a su amigo. "Se nos murió, se dejó prender y matar. Él, que tanto hablaba de la vida y de la eternidad, terminó crucificado. No sé qué pensar, las mujeres con sus historias me confunden todavía más. ¿Tendríamos que haber ido al sepulcro para ver por nosotros mismos? ¿Qué hacemos?"
La conversación de Cleofas con su amigo fue interrumpida por un "forastero" que aparentemente no había sido sacudido, ni estaba aturdido por los acontecimientos de los últimos días en Jerusalén. Jesús, como protagonista, sabía mejor que nadie lo que había sucedido en Jerusalén, pero quería escuchar la versión de sus discípulos para apuntar su mensaje a la herida misma, sin pérdida de tiempo, sin rodeos. La noche estaba cerca y el camino era corto.
¿Cómo hizo Jesús para tranquilizar a Cleofas y su amigo, para abrirles el entendimiento, para que lo invitaran a su casa a disfrutar de su hospitalidad? Comenzando por Moisés, y siguiendo por los profetas, les explicó todo lo que las Escrituras decían acerca de él (v 27). ¡Jesús usó la Biblia! ¡Aun cuando él mismo estaba allí, usó la Biblia! Pudo haberles dicho: "¡Sorpresa, aquí estoy!" Después de todo, eran sus discípulos. Sin embargo, con paciencia decidió hacerles arder el corazón explicándoles la Biblia. Y como broche de oro, al sentarse a la mesa, bendijo el pan, lo partió, y se los dio (v 30), recordándoles la Santa Cena que tres noches antes había instituido. No hizo falta que Cleofas y su amigo fueran a la tumba a verificar la resurrección para creer. Jesús se encargó de darles la fe.
¿Quieres ser uno de esos discípulos a quienes Jesús se une en la caminata? Él está vivo. ¡Ha resucitado! Quiere escucharte y saber tu versión de la historia para abrirte los ojos, encender tu corazón, apurarte para que compartas su historia de perdón y de vida con otros. Parte el pan con tus hermanos. En la Santa Cena, Jesús viene a habitar contigo.
Ya no estoy confundido, Señor. La certeza de tu resurrección me trajo paz. Amén.
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