
"Conocimiento profundo"

(Juan 4:5-42)
"Jesús le dijo: 'Ve a llamar a tu marido, y luego vuelve acá.' La mujer le dijo: 'No tengo marido.' Jesús le dijo: 'Haces bien en decir que no tienes marido, porque ya has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes no es tu marido. Esto que has dicho es verdad.' La mujer le dijo: 'Señor, me parece que tú eres profeta.'" Juan 4:16-19
No pude averiguar cuántos metros de profundidad tenía ese pozo de Jacob. Las enciclopedias sólo dicen que era un pozo profundo cavado en la roca. ¿No es esto un claro simbolismo del corazón de esa mujer, endurecido por las circunstancias de la vida? Sin embargo, para Jesús no hay rocas que él no pueda romper, ni profundidades a las que no pueda llegar.
La mujer corrió al pueblo a contarle a sus vecinos: "Me ha dicho todo cuanto he hecho" (v 29). La samaritana quedó conmovida y movilizada porque Jesús conocía profundamente su historia, esa historia que seguramente la avergonzaba y limitaba en sus relaciones.
¿Cuán profundamente has enterrado tus historias secretas? ¿Has levantado murallas de piedra para que nadie conozca las cosas que te avergüenzan? Jesús las conoce, y no se ríe de ellas. Él sabe cuánto duelen, cuánto molestan, cuánto limitan tu sinceridad, y cuánto destruyen tu autoestima.
La historia de la samaritana es la de cada uno de nosotros. Jesús viene a nuestro encuentro, a la hora más incómoda a veces, a conversar con nosotros, a decirnos que nos conoce profundamente, y a ofrecernos el perdón que calma nuestra sed para siempre.
¿Se querrá quedar Jesús con nosotros después de lo que ve en nuestro corazón? Por supuesto que sí, así como se quedó en ese pueblo de Samaria para animar, consolar, e instruir a sus habitantes acerca del amor de Dios por su creación caída.
Quédate con nosotros, Jesús. Tú nos conoces mejor que nadie. Tú nos calmas. Amén.
© Copyright 2015 Cristo Para Todas Las Naciones