
"Invitación con promesa... y sorpresa"

(Mateo 7:7-12)
"Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá." Mateo 7:7
Cuando leo este pasaje de Mateo me imagino que Jesús está predicando un sermón basado en el Salmo 145:16 "Cuando abres tus manos, colmas de bendiciones a todos los seres vivos."
El primer punto en la predicación de Jesús es la invitación que nos extiende a que pidamos (no demandemos), busquemos (no revolvamos), y llamemos (no nos metamos adentro). De esta forma, nos ayuda a visualizar que hay alguien que escucha, alguien que pone cosas buenas en nuestro camino, y alguien que está al otro lado de la puerta, presto a abrirnos.
El segundo punto en el sermón de Jesús son las promesas: todo el que pide recibe, halla, se le abrirá. Ahora podemos visualizar dos manos: la nuestra, extendida hacia arriba recibiendo, encontrando, tomándose del marco de la puerta para entrar; y la mano del Padre, extendiéndose hacia la nuestra, cargada de sus favores, para asistirnos en la vida. La mano de Dios está abierta, es generosa, y firme para sostenernos cuando pasamos el umbral de la muerte hacia la vida.
El tercer punto en el sermón de Jesús son las ansias del Padre de querer darnos cosas. Si nosotros, pecadores ignorantes y egoístas, sabemos darles cosas buenas a nuestros hijos, imaginémonos al Padre santo, sabio y generoso, ansioso por cubrirnos de bendiciones.
El cuarto punto en el sermón de Jesús es que el Padre dará "cosas buenas". Aquí tenemos que tener en cuenta que el que juzga qué es algo bueno es Dios, y no nosotros. El Padre sabe mejor que nosotros qué es lo bueno que necesitamos para esta vida y para la vida eterna. El que el Padre haya entregado a Jesús para morir en nuestro lugar y resucitar para nuestra redención, demuestra que sabe muy bien lo que es bueno para nosotros.
Padre, anímanos a recibir de tu mano generosa con gratitud. Amén.
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