Call Us : +1 800 972-5442 (en español)
+1 800 876-9880 (en inglés)
ALIMENTO DIARIO
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién podría yo temer? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿quién podría infundirme miedo? (Salmo 27:1).
La oscuridad es peligrosa. Imagínate que los automóviles carecieran de luces. ¿Cómo manejar de noche? Nadie podría ver el carril que le corresponde en la autopista. Nadie sabría qué dirección tomar. Nadie se percataría de otros coches que se acercan.
Conducir sin luz es peligroso. Te hace vulnerable. Alguien te puede chocar. Puedes sufrir un accidente fatal. Las luces cumplen una función protectora. Te pueden salvar la vida.
El salmista nos comparte un bonito himno acerca de la luz. Se trata de una luz que nos protege del peligro de la oscuridad, una luz que nos defiende de la muerte. Esa luz es el Señor, nuestro Dios. Una versión del cántico dice: “El Señor es mi luz y mi salvación. El Señor es la defensa de mi vida. Si el Señor es mi luz, ¿a quién temeré? ¿Quién me hará temblar?”
En la narrativa bíblica, la oscuridad o las tinieblas nos refieren a la actividad del maligno cuya meta es desviarnos del camino del Señor para llevarnos a la maldad y la muerte. Jesús es la luz del mundo que nos salva de las tinieblas y nos encamina a Dios. Así como la luz guía al conductor por el carril indicado para que no se choque y muera, el Señor nos enseña el camino recto, nos guía mediante Su palabra de vida, para que no andemos por caminos de maldad y muerte (Salmo 27:11).
Con la luz defensora de nuestro lado, no tenemos que temer a la oscuridad. Si el Señor está conmigo, nada me hará temblar. Su luz me defiende del maligno.
Amado Jesús, sé nuestra luz defensora. Sálvanos de toda maldad y muéstranos la bondad de Dios. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Qué tipos de tentaciones te alejan de Jesús?
* ¿De qué peligros te protege Dios?
Profesor Leopoldo Sánchez
© Copyright 2025 Cristo Para Todas Las Naciones