"Palabras que no pasan"

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Lucas 21:33).

Hay palabras que uno no olvida. A veces porque te hicieron daño… y otras porque te dieron vida. Un “te amo”, un “sí acepto”, un “todo va a estar bien”, o incluso un simple “aquí estoy” en el momento justo. Palabras así se quedan con uno, ¿cierto? Ahora piensa en esto: Jesús, sabiendo que vendrían tiempos difíciles, que el mundo se movería bajo nuestros pies, dejó una promesa. Dijo que todo podía cambiar, incluso el cielo y la tierra… pero Sus palabras no.

En la iglesia, el pastor repite ciertas palabras cada vez que nos acercamos a la mesa del Señor: “Tomen, coman… Beban… esta es mi sangre”. Y no lo hace por costumbre, sino porque esas palabras son las que dan vida al Sacramento. Sin ellas, no hay Santa Cena. No es la intención del pastor, ni lo que sentimos en el momento, lo que hace presente a Cristo, sino su Palabra: poderosa, fiel, viva.

Cuando Jesús habló el versículo de hoy, lo hizo en un contexto de caos. Estaba advirtiendo a sus discípulos que el templo sería destruido, que vendrían persecuciones, guerras, y días difíciles. Todo lo que parecía firme se iba a caer. Pero en medio de eso, les dejó una certeza: su Palabra no pasaría.

Esa promesa sigue en pie hoy. Aunque todo a tu alrededor se sienta inestable, aunque tengas dudas o días en que no te sientas digno de acercarte a la mesa, Jesús no cambia. Sus palabras tampoco. Él te sigue llamando, perdonando y fortaleciéndote cada vez que vas a recibirlo.

Todo en esta vida cambia: las circunstancias, las emociones, la salud, los planes. Pero hay algo que no cambia, que no se gasta ni pierde su poder: las palabras de Jesús.

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Padre nuestro, gracias porque en un mundo que cambia, tu Palabra permanece. Ayúdanos a confiar en tu promesa y a recibir este regalo con fe. En el nombre de Jesús. Amén.

Para reflexionar:
* ¿Qué significa para ti que las palabras de Jesús nunca pasarán, incluso cuando todo lo demás en tu vida cambie?
* ¿Cómo puedes responder con gratitud y fe al regalo que Cristo te da en su Santa Cena?

Diaconisa Noemí Guerra

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