ALIMENTO DIARIO

  • "Una vida transformada"


  • noviembre 18, 2011
  • ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? Romanos 8:33-35¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la derecha de Dios e intercede por nosotros. ¿Qué podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? Romanos 8:33-35


  • Queridos hermanos en Cristo:

    La historia de la salvación en Jesucristo llega a todo el mundo. Para que los lectores de estas Devociones Diarias puedan ver el poder del Salvador a nivel mundial, hemos pedido a nuestras Oficinas Internacionales que escriban las devociones de los viernes. Oramos para que el Espíritu toque su corazón a través de ellas.

    En Cristo,

    Pastor Ken Klaus,
    Orador EméritoThe Lutheran Hour
    Cristo Para Todas Las Naciones

    Adelina tenía muchas razones para sentirse desesperada.

    Su vida no había sido fácil. Tenía problemas de salud; su esposo era alcohólico y no tenía trabajo; uno de sus hijos se había ido de la casa y no sabían dónde estaba; y su hija adolescente sufría de depresión.

    Ella creía que todo eso era un castigo de Dios por sus pecados.

    Nosotros nos preguntábamos qué decirle u ofrecerle a una persona que llevaba una carga tan pesada. No es fácil hablarle a una persona así sobre la esperanza que Jesucristo nos da. Por otro lado, sabemos que Jesús es el único que puede renovar la fe y la esperanza en la vida.

    Angustia, tristeza, dolor, ansiedad, culpa y preguntas sobre el castigo de Dios, fue lo que llevó a Adelina a nuestra oficina en el centro de San Miguel. Ella estaba convencida que su vida nunca podría cambiar ni mejorar.

    En esa primer visita, el Espíritu Santo la tocó con las buenas noticias de que Dios la amaba tanto, que había dado a su único Hijo, Jesucristo, por ella. Más aún, no había nada que pudiera separarla de su compañía eterna. Todo esto le dijo a Adelina que no tenía motivo para temerle a Dios. A partir de ese momento ella supo que su vida iba a ser diferente, y que sus problemas no eran el castigo de un Dios odioso.

    La historia de Adelina no es diferente de muchas otras que llegan a nuestra oficina llenas del dolor causado por el pecado. Y ella tampoco es diferente que los muchos otros que descubren que las cadenas del pecado han sido rotas por la esperanza que nos trae el Salvador crucificado y resucitado.

    La historia de Adelina aún no ha terminado. Ella ha cambiado mucho. Su hijo reapareció, y su hija está superando la depresión. Por todo esto, ella está inmensamente agradecida. Sin embargo, el cambio más importante no se puede ver: su corazón le pertenece ahora al Señor. Gracias a ello, ahora vive con alegría, porque sus pecados han sido perdonados. Adelina está segura que nada puede separarla del amor de Cristo.

    ORACIÓN: Padre santo, por tu gracia eterna nos has dado el regalo de la salvación. La sangre de tu Hijo nos ha liberado de las cadenas del pecado. Te pido que continúes asegurándonos que nada puede separarnos de tu presencia para que, en esa seguridad, te sirvamos en todo lo que hacemos. En el nombre de Jesús. Amén

    Biografía del autor:Esta devoción fue escrita por el Rev. Sergio Schelske de la congregación Josué de San Miguel, en Argentina.

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