ALIMENTO DIARIO

  • "Sorpresa"


  • octubre 3, 2011
  • Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿O quién podrá instruirlo? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 Corintios 2:16Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿O quién podrá instruirlo? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 Corintios 2:16


  • Hace muchos, muchos años, cuando estaba en la escuela secundaria, el profesor de física nos enseñó acerca de la velocidad de la luz.

    No sé a qué velocidad nos dijo que viajaba, pero sé que la luz viaja a una velocidad realmente rápida. Nos dijo que viaja a tanta velocidad, que no había nada que pudiera ir más rápido que ella.

    ¡Sorpresa! Algo sí va más rápido que la luz. De veras. Recientemente, unos físicos en Europa han estado midiendo la velocidad de unas partículas minúsculas llamadas neutrinos, y han descubierto que las mismas viajan más rápido aún que la luz.

    Sin embargo, de acuerdo a Einstein, eso no debería suceder. Lo que quiere decir que los físicos van a tener que volver a evaluar todas las cosas que han dado por ciertas… las cosas que todos dábamos por ciertas hasta ahora.

    La comunidad científica ha sido tomada por sorpresa con esta nueva revelación, e imagino que usted, al igual que yo, también habrá sido tomado por sorpresa.

    El único que no ha sido tomado por sorpresa, es el Señor. Él creó el universo y todas las leyes que lo gobiernan, por lo que conoce y comprende los mecanismos que la humanidad tanto se esfuerza para descubrir. Cuando el hombre apenas está comenzando a comprender algo, Dios ya lo sabe. Como dice Pablo: «… ¿quién conoció la mente del Señor? ¿O quién podrá instruirlo?»

    Ninguno de nosotros puede enseñarle nada a Dios. Todo lo que podemos hacer es agradecerle.

    Agradecerle por las leyes que nos permiten descubrir sus misterios… porque cuida tanto del universo como de las oraciones de un niño pequeño… porque por su gracia envió a su Hijo a pagar con su sangre el precio del rescate que era necesario para nuestra salvación…

    … agradecerle porque, más allá de los descubrimientos que se hagan, más allá de los cambios que haya en mi universo personal, una cosa permanece siempre igual: Dios amó tanto al mundo, que envió a su único Hijo para que todo aquél que en él cree no se pierda, sino tenga vida eterna.

    ORACIÓN: Señor, enséñanos a confiar en ti, y sólo en ti, creador y redentor del universo y de cada uno de nosotros. Gracias por tu amor y tu compañía constante en nuestra vida. Gracias por haber enviado a tu Hijo Jesucristo a rescatarnos. En su nombre. Amén.

    © Copyright 2011 Cristo Para Todas Las Naciones