ALIMENTO DIARIO

  • "Así como está escrito"


  • septiembre 25, 2011
  • Si yo le digo al impío: "Estás sentenciado a morir", y tú no lo amonestas para que sepa que va por mal camino, ni le hablas para que pueda seguir con vida, el impío morirá por causa de su maldad, pero yo te pediré a ti cuentas de su sangre. Ezequiel 3:18Si yo le digo al impío: "Estás sentenciado a morir", y tú no lo amonestas para que sepa que va por mal camino, ni le hablas para que pueda seguir con vida, el impío morirá por causa de su maldad, pero yo te pediré a ti cuentas de su sangre. Ezequiel 3:18


  • Hace unos años, y esto fue antes que existiera el aire acondicionado, en un domingo de agosto muy caliente y húmedo en una ciudad de Texas, un pastor subió al púlpito y predicó el siguiente mensaje: ‘Quiero que todos ustedes recuerden que hay un lugar aún más caliente que Texas en el mes de agosto. Amén.’

    Si bien tal mensaje no tuvo el balance apropiado entre ley y evangelio, estoy seguro que muchos de los presentes lo habrán recordado por el resto de sus vidas. Ese es el beneficio de los mensajes cortos.

    En contraste con muchos políticos, Calvin Coolidge, quien fuera presidente de los Estados Unidos, fue conocido por sus discursos breves. Un domingo Calvin fue a la iglesia solo, porque su esposa estaba enferma. Cuando regresó, su esposa le preguntó sobre qué había predicado el pastor, a lo que él respondió con tres palabras: «Sobre el pecado».

    La segunda pregunta requirió de una respuesta más larga. Ella le preguntó: «¿Y qué dijo el ministro acerca del pecado?» A lo cual Calvin le contestó: «¡Que él estaba en contra!»

    Vivimos en un mundo de muchos cambios. Pero no por eso los pastores deben dejar de hablar sobre el pecado. Usando las mismas palabras del Presidente Calvin: ‘los pastores deben hablar en contra del pecado’. ¿Por qué? Porque eso es lo que Dios ordena.

    En el tiempo de Ezequiel, el mensajero tenía que repetir todas las palabras tal como le habían sido dadas. Cambiar el mensaje, o no dar el mensaje completo, habría sido incomprensible y hasta inimaginable para un profeta.

    Lo invito a que lea de nuevo el texto, para ver más claramente lo que Dios le advirtió a Ezequiel. En su Santa Palabra, el Señor ha compartido la historia de su amor. Lo hizo en la persona de su Hijo, quien dio su vida para que todos los que han sido traídos a la fe por el poder del Espíritu Santo puedan ser perdonados y adoptados en la familia de fe. Este es un mensaje demasiado bueno para no compartirlo; y demasiado importante para tratar de cambiarlo.

    Es por ello que yo oro por su pastor, por su congregación, y por todas las personas que le rodean. Usted haga lo que el Señor le pide: condene lo que Dios condena, y permita lo que él permite… mirando siempre al Salvador sacrificado en la cruz del calvario por la gracia de Dios, como garantía de vida eterna.

    ORACIÓN: Amado Dios, te doy gracias porque tu Palabra es suficientemente simple para salvar a un niño, y suficientemente compleja para retar al más sabio y erudito. Hoy oro para que esa Palabra no sea modificada, malentendida o escondida, sino que cumpla su propósito: la salvación de las almas. En el nombre de tu Hijo. Amén.

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