ALIMENTO DIARIO

  • "Propiciación"


  • agosto 13, 2011
  • En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 1 Juan 4:10En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. 1 Juan 4:10


  • El 16 de agosto de 1987, un vuelo de la línea aérea Northwest partió del aeropuerto de Detroit.

    Apenas despegó, el avión se estrelló en una autopista cercana al aeropuerto, causando la muerte de 155 personas. Cuando los rescatadores llegaron, en medio de la masacre y de personas, autos y aeronave, encontraron una niña de cuatro años que dijo llamarse Cecilia.

    Dado que su condición física era buena, pensaron que había estado en uno de los autos, y no en el avión. Pero luego de revisar la lista de pasajeros del vuelo se dieron cuenta que sus sospechas estaban equivocadas. Cecilia había sido una de las pasajeras del vuelo 255.

    Sólo después, cuando las cosas se habían calmado, Cecilia explicó cómo se había salvado: en los últimos instantes del vuelo, su mamá se sacó su cinturón de seguridad, se arrodilló frente a ella, y la sostuvo tan fuerte como pudo.

    En otras palabras, la madre se puso entre su hija y la muerte.

    Eso es lo que una madre hace, y es también lo que el Salvador ha hecho. Pero hay diferencias. Una madre lo haría por su hijo, pero no por cualquier persona, en cambio Jesús sí. Jesús se entregó a sí mismo por el mundo entero, incluso por los que nunca lo apreciaron.

    Otra diferencia es que la madre de Cecilia salvó a su hija sólo por un corto tiempo, porque un día a Cecilia, al igual que a todos nosotros, nos llegará la muerte. Pero el sacrificio de Jesús nos perdona nos concede vida eterna en el cielo.

    Imagino que Cecilia siempre va a recordar y estar agradecida por el sacrificio que su madre hizo por ella. De la misma forma, espero que nosotros demostremos con nuestras vidas lo agradecidos que estamos a Dios por el sacrificio de su Hijo, quien se puso a sí mismo entre nosotros y la muerte eterna.

    ORACIÓN: Señor, permite que mi vida esté llena de gratitud por tu Hijo, mi Salvador quien vivió, sufrió, murió y resucitó por mí. Permite que quienes me rodean sepan lo maravilloso de su misericordioso sacrificio. En su nombre. Amén.

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