Call Us : +1 800 972-5442 (en español)
+1 800 876-9880 (en inglés)
ALIMENTO DIARIO
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. 1 Juan 1:9-10Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. 1 Juan 1:9-10
Hace unos años había un comediante llamado Flip Wilson. Él siempre utilizaba una frase que hacía reír mucho al público. Decía: ‘El diablo me hizo hacerlo’.
Aparentemente, muchos pensaban que el diablo no era capaz de hacer que alguien hiciera algo. Y en cierta forma eso es cierto. El diablo no puede apuntarnos con un revólver y exigirnos que cometamos tal o cual pecado. Pero, por otro lado, sí puede hacer parecer conveniente y hasta deseable que sigamos sus deseos y no los mandamientos de Dios.
Lamentablemente, la mayoría de las personas que pecan no se hacen responsables por sus acciones, sino que les resulta más fácil echarle la culpa al diablo, o a la forma en que fueron criados, o al carácter que tienen, o a cualquier otra cosa.
Como prueba de esto está el ejemplo de Ryu Matsumoto, quien durante una semana fuera el Ministro de Reconstrucción de Japón. Al visitar las ciudades devastadas por el terremoto Matsumoto hizo comentarios que irritaron tanto a los ciudadanos, que tuvo que renunciar a su puesto.
En vez de asumir responsabilidad por lo que había dicho, Matsumoto le echó la culpa a su tipo de sangre. Sí, así es. Él dijo: ‘Mi sangre es del tipo B, lo que significa que puedo ser irritable e impetuoso, y que no siempre expreso bien mis intenciones’.
La Biblia es muy clara: Dios no quiere que ignoremos o transfiramos la culpa de las cosas que hemos hecho mal. Cuando hacemos eso, minimizamos la obra de perdón que trajo a Jesús al mundo. Es lo mismo que si estuviéramos diciendo: ‘en realidad no necesito al Salvador, porque no he hecho nada que necesite ser perdonado’.
Lo que Dios quiere es que ‘confesemos nuestros pecados’, así como el Rey David y como el publicano en el templo, es necesario que digamos: ‘Señor, ten compasión de mí, pues soy pecador’. Cuando hacemos esto, sabemos que Dios lo hace, pues el Señor, que es fiel y justo, perdonará nuestros pecados y nos limpiará de toda maldad.
Demos gracias a Dios porque, a través de la sangre de Jesús, somos perdonados.
ORACIÓN: Señor, cada día cometo pecados por los cuales me avergüenzo. Haz que esa vergüenza me motive a confesarlos y no a excusarlos. Para ello te pido que tu Espíritu Santo me guíe a reconocer mi pecado y a apreciar la gracia que he recibido a través del sacrificio de Jesús. En el nombre del Salvador. Amén.
© Copyright 2011 Cristo Para Todas Las Naciones