ALIMENTO DIARIO

  • "Un suave murmullo"


  • junio 6, 2011
  • Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí. Como heraldo del Señor vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Al viento lo siguió un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. 1 Reyes 19:11b-12Sal y preséntate ante mí en la montaña, porque estoy a punto de pasar por allí. Como heraldo del Señor vino un viento recio, tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas; pero el Señor no estaba en el viento. Al viento lo siguió un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto. Tras el terremoto vino un fuego, pero el Señor tampoco estaba en el fuego. Y después del fuego vino un suave murmullo. 1 Reyes 19:11b-12


  • Esta devoción está dirigida a todos los que han sufrido pérdidas por los devastadores tornados que han azotado nuestro país en estas últimas semanas… a todos los que están trabajando incansablemente para reconstruir sus comunidades, a todos los que aún están buscando a seres queridos y sus vecinos que desaparecieron durante las tormentas.

    Hemos tenido un primavera muy difícil; una primavera que será recordada por muchos, porque sus vidas nunca volverán a ser las mismas.

    No cabe la menor duda que muchos de ustedes, o por lo menos muchos de sus conocidos, más de una vez se habrán preguntado: ¿dónde está Dios cuando sufrimos?

    Es la misma pregunta que se hizo el profeta Elías. Como nos dice el texto para esta devoción, el profeta presenció un viento, un viento tan violento que partió las montañas e hizo añicos las rocas. Es casi como si Elías hubiera presenciado los efectos de un tornado F-5.

    Pero, más allá de lo fuerte o destructivo del viento de ese día, las Escrituras dicen: «pero el Señor no estaba en el viento», como tampoco estaba en el terremoto, ni en el fuego que siguió. No. El Señor se le apareció a su fiel siervo en la forma de un suave murmullo… un murmullo que bien podría haber pasado desapercibido si Elías no hubiera estado escuchando.

    Se me ocurre que, sin importar lo que los escépticos o incrédulos digan, lo mismo ha estado ocurriendo esta primavera. Mientras que los tornados, huracanes, terremotos y tsunamis han ocupado los titulares de primera plana, la voz de Dios en las Escrituras ha sido tremendamente ignorada. Porque para quienes escuchamos, Dios nos habla a través de la Biblia con un suave murmullo.

    Hace miles de años, el profeta Isaías registró las palabras de Dios. Escuchemos lo que el Señor dice: «No temas, que yo te he redimido; te he llamado por tu nombre; tú eres mío. Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo; cuando cruces los ríos, no te cubrirán sus aguas; cuando camines por el fuego, no te quemarás ni te abrasarán las llamas.
    Yo soy el Señor, tu Dios, el Santo de Israel, tu salvador» (Isaías 43:1b-3a).

    Sin importar lo que el futuro nos depare, el Señor está con nosotros. Ese mismo Dios que envió a su propio Hijo a buscar y salvar al perdido, no nos dejará ni nos abandonará. Por el contrario, Dios ha prometido cuidarnos y fortalecernos… consolarnos y ayudarnos.

    Eso es lo que escucharemos si prestamos atención al suave murmullo de la voz de Dios.

    ORACIÓN: Señor, en medio de todos los desastres y tragedias de la vida, concédenos la gracia para oír tu voz y recordar que tu Hijo murió y resucitó para salvarnos, y que él está siempre a nuestro lado. En su nombre. Amén.

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