Para El Camino
"Una vida con propósito"
Presentado el 24 de enero
AUTOR: Rev. Gregory P. Seltz, Orador (2011 al 2017), The Lutheran Hour
Rev. Héctor Hoppe
© 2024 Cristo Para Todas Las Naciones
TEXTO: Marcos 1:14-20
Después que Juan fue encarcelado, Jesús fue a Galilea para proclamar el evangelio del reino de Dios. Decía: "El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepiéntanse, y crean en el evangelio!" Mientras Jesús caminaba junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés. Estaban echando la red al agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: "Síganme, y yo haré de ustedes pescadores de hombres." Enseguida, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Un poco más adelante, Jesús vio a otros dos hermanos, Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, quienes estaban en la barca y remendaban sus redes. Enseguida Jesús los llamó, y ellos dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, y lo siguieron.
Hace unos años, la revista Time publicó un artículo sobre Peter Sellers, un actor cómico que se hizo famoso por su papel como el Inspector Clousseau en las películas de La Pantera Rosa. El artículo hablaba de cuando Sellers apareció en el Show de los Muppets, donde fue entrevistado por la rana Kermit quien, al comenzar la entrevista, le dijo: "Ahora relájate, y simplemente sé tú mismo." Ante esa invitación de la rana, Sellers respondió: "No puedo ser yo mismo, porque no sé quién soy. Mi yo real no existe."
Se me ocurre que, con esa respuesta, Sellers trató de hacer un chiste, ya que eso era lo que estaba acostumbrado a hacer. Pero, en esa ocasión en especial, lo que dijo no fue chistoso para nada. De hecho, fue bastante triste. Uno de sus amigos, comentó: "¡Pobre Peter! El Peter real desapareció hace mucho tiempo. Ya no es más que una amalgama de todos los personajes que ha actuado y representado, y ahora está desesperadamente tratando de desenredar ese enredo y descubrir quién es él realmente."
No sé si Peter Sellers logró desenredar o no su enredo, porque falleció apenas seis meses después. Pero se me ocurre que no era el único que luchaba con esos sentimientos. Creo que son muchas las personas que andan por la vida preguntándose quiénes son, a dónde van, o para qué están en el mundo. ¿Has encontrado tú el propósito de Dios para tu vida? ¿Puedes verte como parte del equipo de Dios, llevando a cabo sus planes y logrando sus objetivos para tu vida? Si hasta ahora has estado tratando de vivir tu vida siguiendo los pasos del actor Peter Sellers, te invito a aprender y seguir hoy el ejemplo de otro Pedro: de Simón Pedro, discípulo de Jesús.
Alguien dijo que lo mejor de la vida moderna es no saber hacia dónde uno va, y tampoco cómo va a llegar allá, por lo que se puede estar en paz, porque no tiene sentido preocuparse por saber cuándo va a llegar. Pero Jesús nos desafía a que nos despertemos de tal estupor sin sentido. Él llamó a Pedro y a los otros discípulos para que lo siguieran y compartieran el mensaje de su evangelio con el mundo. Es que, ¡Dios tenía un plan para sus vidas! Y también tiene un plan para tu vida: él quiere que tu vida tenga un propósito, y que vivas la vida a pleno.
"Mientras Jesús caminaba junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés. Estaban echando la red al agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: 'Síganme, y yo haré de ustedes pescadores de hombres.' Enseguida, ellos dejaron sus redes y lo siguieron."
Ser cristiano es creer en Jesús y seguirlo. Los cristianos sabemos que somos salvos sólo por la gracia de Dios, y no por lo que hacemos o decimos. Las buenas obras y los actos de fe y de servicio en nombre de Cristo que hacemos como cristianos, no agregan nada a la obra que Jesús hizo por nosotros en la cruz.
Pero eso no quiere decir que tales obras no sean de valor para nosotros y para los demás. De hecho, el seguir a Cristo y el crecer en él y madurar en la fe, da sentido y propósito a todo lo que hacemos en esta vida. Quienes creemos en Jesús queremos crecer en nuestro conocimiento de él, y queremos madurar en nuestra práctica de recibir y compartir su perdón, su vida y su salvación. Cuando crecemos en la gracia, sirviendo a otra persona en su Nombre, comenzamos a ver aún más claramente lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo. Así como los frutos crecen naturalmente de un árbol sano, nuestras obras son el fruto de la fe.
Cuando seguimos a Cristo, toda nuestra vida se hace nueva: los propósitos de Dios pasan a ser nuestros propósitos, y su perspectiva eterna se convierte en nuestra visión. Entonces, para vivir con propósito, necesitamos estar conectados a Dios, saber qué cosas él valora, qué cosas aprecia, y cuál es su propósito para con nosotros y los demás. De esa manera, todo lo que hacemos y valoramos, todo nuestro tiempo, nuestros talentos y tesoros, todo se enfocará hacia su gloria y el bien de nuestro prójimo.
Pero esto es exactamente a lo que nuestra sociedad se niega. Aquí es donde nuestro pecado y egoísmo hacen que nos rebelemos contra Dios. ¿Ven, sígueme? ¡No, Señor! A mí me gusta seguir por el camino por donde estoy yendo. Gracias, de todos modos.
Estos días estuve leyendo algunos blogs que hablaban de propósito. En resumen, todos concordaban en las siguientes definiciones:
TU necesidad es aquello que debes hacer.
TU talento es aquello que puedes hacer.
TU pasión es aquello que amas hacer.
TU propósito es aquello que deberías hacer.
El decir que el 'propósito es aquello que deberías hacer', implica que es algo que uno controla y define en sus propios términos. Y de eso se trata precisamente la incredulidad. El pecado no es necesariamente un acto totalmente abominable que la gran mayoría de nosotros probablemente nunca vamos a cometer. No. El pecado es la rebelión contra aquél que nos creó. Es la falta de disposición para ir a donde Dios nos guía, o para hacer lo que sea que él nos dice que es correcto.
Muchas personas andan por la vida sin rumbo, pero conformes con no hacer nada más que lo que se les antoja.
De acuerdo a estadísticas recientes, los hombres jóvenes solteros demoran más en superar la etapa de la inmadurez e irresponsabilidad, etapa en la cual se dedican a beber, a salir con diferentes chicas, y jugar a los videojuegos. Hace un tiempo, los videojuegos eran para los niños. Pero esos niños han crecido y nunca han dejado de jugar. Los hombres de 18 a 34 años de edad son ahora los mayores consumidores de videojuegos. Al no tener a nadie que los desafíe a establecer conexiones más profundas, estos jóvenes andan por la vida superficialmente. Es por ello que hace falta una cultura que pueda ayudarlos a definir aspiraciones dignas, pues los adultos no nacen de la nada, sino que son hechos.
Y si los adultos deben ser hechos, cuánto más los discípulos. Los discípulos no nacen físicamente, sino que vuelven a nacer de la gracia de Dios a través del Bautismo. Nacen al comprender que el reino de la gracia de Dios es nuestro por fe. Por eso es que queremos trabajar en ese reino y vivir la vida en su nombre: para que muchas más personas formen parte del reino. El desafío de hoy es a que veamos que el propósito de nuestra vida es poner todos los dones y habilidades que Dios nos ha dado, a su servicio.
El texto nos dice que esos primeros seguidores de Jesús eran pescadores. Y no tiene nada de malo ser pescador. Es una profesión honesta, el trabajo es bueno, y se supone que todos debemos trabajar. Pero incluso el trabajo duro debe tener un objetivo y propósito. Cuando Jesús les dice a sus discípulos: 'Síganme', ese llamado les pone su trabajo y sus vidas en una nueva perspectiva. De la misma manera, cuando Jesús nos llama a nosotros, también pone nuestra vida en una nueva perspectiva.
Pero otra vez, la sociedad moderna nos dice que hagamos diferente. Y muchos lo hacen, divorciando su trabajo y sus dones de su relación con Dios. O, peor aún, muchos se desesperan buscando poder y paz espiritual en cualquier lugar, menos en Aquél que los creó y los redimió. Demasiado a menudo la espiritualidad de hoy día está basada en lo que la persona puede hacer y lograr por sí misma.
Oscar Wilde, novelista y poeta irlandés del siglo diecinueve, escribió: "Encontré placer donde quise... olvidando que cada pequeña acción de cada día construye o destruye el carácter, y que lo que uno ha hecho en secreto, un día va a ser gritado a los cuatro vientos. Dejé de ser el señor sobre mí mismo. Sin saberlo, no fui más el capitán de mi alma. Permití que el placer me dominara, y terminé en una terrible deshonra."
Eso es exactamente lo que nos advierte la Biblia. La espiritualidad personal y la religión no son suficientes. Hay muchas personas que tienen fe en la fe... fe en sus esfuerzos, fe en los esfuerzos colectivos, fe en sí mismos, fe en el placer, fe incluso en la auto disciplina. Pero esa clase de fe ni siquiera es suficiente para vencer nuestro pecado, nuestras dudas, y el mal que hay en nuestra vida... y mucho menos el mal que existe en el mundo.
Jesús nos llama para que nos apartemos de esa espiritualidad falsa, advirtiéndonos que ese tipo de fe no nos lleva a ningún lado, y nos invita a que le sigamos a él, a que creamos en él, y a que confiemos solamente en él.
Un día, Jesús entabló conversación con unos pescadores y les mostró, tanto a ellos como a nosotros, que es posible vivir la vida con propósito. ¿Cómo? ¡Siguiéndole a él!
"Mientras Jesús caminaba junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés. Estaban echando la red al agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: 'Síganme, y yo haré de ustedes pescadores de hombres.' Enseguida, ellos dejaron sus redes y lo siguieron."
Hoy nosotros respondemos al mismo llamado, confiando nuestras vidas a Cristo por fe y, al ser seguidores de él, aprovechamos al máximo nuestro tiempo aquí en el mundo.
Ante la invitación de Jesús, los pescadores inmediatamente dejaron sus redes. En este caso, ellos cambiaron de vocación: fueron llamados a, literalmente, seguir a Cristo, a convertirse en sus voceros al mundo. Pero el "dejar las redes" también es una metáfora que representa obediencia y fidelidad a Cristo. Porque en la vida sólo podemos tener un Señor y un Salvador. Cualquier otra cosa que se interponga entre nosotros y Cristo debe ser dejada de lado.
Los pescadores dejaron sus redes. Parece algo tan simple y tan fácil de hacer, ¿no es cierto? Pero pensemos un poco más en lo que ello implicó: porque junto con las redes también dejaron atrás su estilo de vida, que era la única forma de vivir que probablemente habían conocido hasta ese momento, lo que los definía como personas, y lo que les permitía proveer para sus familias. Junto con las redes dejaron todo lo conocido que les daba confianza y seguridad, y estuvieron dispuestos a confiar únicamente en la seguridad que Jesús les podía proveer.
Nosotros también somos llamados a asumir ese compromiso, siguiendo a Cristo por encima de todas las cosas. Seguimos siendo maestros, amas de casa, jornaleros, hombres de negocios, estudiantes, políticos, camioneros, solteros, casados, jóvenes o viejos, pero antes y primero que todo, somos hijos de Dios... y nada ni nadie, en este mundo pasajero, debe ocupar el lugar de nuestra relación con Dios.
Esa es la característica de la vida comprometida del discípulo de Jesús.
Un grupo de personas estaba parado delante de una catedral en Europa, admirando la belleza de su arquitectura y el delicado trabajo ornamental de su construcción, que demostraban el cuidado y la dedicación con que había sido construida para la gloria de Dios. De pronto, uno de los hombres le dijo a otro miembro del grupo: "¿Cómo es posible que hoy ya no construyamos algo así? ¿Por qué no podemos construir con el mismo orgullo y dedicación?" A lo que el otro hombre le respondió: "Porque en esa época las personas tenían convicciones, mientras que hoy día sólo tenemos opiniones."
Como cristianos que somos, nuestra convicción es seguir a Cristo dondequiera que él nos lleve, amando y sirviendo a quienquiera que sea que él ponga en nuestro camino. Aprovechar el tiempo significa ponernos a su disposición, así como lo hicieron sus discípulos. El texto bíblico nos dice: "Enseguida, ellos dejaron sus redes y lo siguieron."
La acción de 'seguir' es más que un simple 'observar de cerca'. El seguir a Cristo implica oír sus palabras, crecer en la fe en él, y practicar lo que él dice. Esos primeros discípulos recibieron de Cristo autoridad y gracia para cambiar vidas, y así lo hicieron. Nosotros también, al crecer en la fe y mantenernos conectados a Cristo y a sus medios de gracia, recibimos su poder y su propósito para nuestra vida.
El predicador Moody dijo: "La única manera de mantener llena una vasija rota, es dejándola siempre debajo de la canilla".
Nosotros somos vasijas rotas que, para poder cumplir con nuestro propósito en la vida, necesitamos que el Señor continuamente nos llene. Y, para eso, debemos estar bajo la canilla del agua de su gracia. Eso es lo que nosotros, los luteranos, queremos decir cuando hablamos de los medios de gracia, que son la Palabra y los sacramentos. Porque a través de ellos Dios nos da su gracia. Es por ello que leemos, escuchamos, predicamos y creemos su Palabra, y recibimos su cuerpo y sangre, confiando en sus promesas.
Seguir a Cristo es también aprovechar las bendiciones de nuestra vida en él para servir a los demás. Jesús les dijo a esos pescadores: 'Síganme, y yo haré de ustedes pescadores de hombres.' Unos años más tarde, el apóstol Pedro escribió: 'Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes' (1 Pedro 3:15b).
Nunca vayas a pensar que Cristo no puede utilizarte para bendecir a otros en su nombre. A través de la historia han habido muchísimas personas comunes y corrientes que, gracias al valor que su fe en Cristo les dio, han transformado vidas y hasta comunidades enteras. Gracias a la caridad cristiana se han construido hospitales y centros de asistencia por todo el mundo, se ha hecho posible que hasta los más pobres reciban educación, y se ha garantizado el valor de la persona, la protección del desamparado, y la vida de todo ser humano.
Cuando tenía 15 años, John Goddard (un aventurero famoso a quienes algunos catalogan como el verdadero Indiana Jones), se propuso lograr 127 metas en su vida, que incluían cosas como: viajar por la misma ruta que hizo Marco Polo, viajar en submarino, sacarle el veneno a una serpiente, y despegar y aterrizar en un portaviones. En 1985, cuando tenía 59 años, ya había hecho 107 de esas 127 metas que se había propuesto, incluyendo las cuatro recién mencionadas.
El texto bíblico para hoy no dice que sea malo tener metas en la vida, pero sí nos enseña que lo más importante de todo es cumplir el propósito con que Dios nos ha creado. Si el propósito eterno de Cristo no satura nuestra vida, nuestros objetivos, y todo lo que hacemos, nos va a suceder lo mismo que a Peter Sellers... nos vamos a convertir en simples actores que representamos un papel sin saber en realidad quién somos, ni a dónde vamos.
Hoy Jesús te está llamando de la misma forma en que ese día llamó a Pedro y a Andrés. Más allá de las metas que tengas para tu vida, no pierdas el propósito con que Dios te creó. Pablo lo dijo muy claramente en 1 Corintios 10:31: "Ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios."
El llamado a seguir a Jesucristo no es ni más ni menos que un llamado a depositar toda tu confianza en él y servir a los demás en su nombre. El mundo necesita mucha ayuda. Como pueblo de Dios que somos, tenemos mucho para hacer. Hemos sido llamados para aprovechar al máximo el tiempo que tenemos para el bien de los demás. Hemos sido llamados con el propósito de llevar a más personas a nuestro Salvador. Y, gracias a Jesús, podemos lograrlo. Síguelo a Cristo. Amén.