Para El Camino
"La pregunta más importante de tu vida"
Presentado el 21 de agosto
AUTOR: Rev. Gregory P. Seltz, Orador (2011 al 2017), The Lutheran Hour
Rev. Héctor Hoppe
© 2024 Cristo Para Todas Las Naciones
TEXTO: Mateo 16:13-20
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: '¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?' Ellos dijeron: 'Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, que es Elías; y otros, que es Jeremías o alguno de los profetas.' Él les preguntó: 'Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?' Simón Pedro respondió: '¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!' Entonces Jesús le dijo: 'Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no podrán vencerla. A ti te daré las llaves del reino de los cielos. Todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos.' Entonces mandó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era Jesús, el Cristo.
Hay ciertas preguntas cuyas respuestas son verdaderamente importantes. De hecho, cuando alguien nos hace esa clase de preguntas es porque les importamos, o porque nos tienen confianza, o porque quieren lo mejor para nosotros. Las preguntas, y sus respuestas, nos ayudan a conocernos mejor e incluso a unirnos a través de las cosas que tenemos en común. La vida está llena de preguntas, ¿no es cierto? Y la forma en que contestamos algunas de esas preguntas puede, literalmente, cambiarnos la vida.
¿Prefieres mayonesa o kétchup? ¿Te gusta más el helado de crema que el de chocolate? ¿Prefieres levantarme temprano, o dormir hasta tarde? Todas estas son cosas interesantes para saber, pero no son las preguntas importantes a las que me refiero. De lo que estoy hablando es de las cosas que afectan de tal manera la vida, que la cambian para siempre. Por ejemplo: '¿Quieres casarte conmigo?' es una pregunta que cambia la vida para siempre. Si la respuesta es 'sí', comienza el camino junto con la persona amada... camino que te llevará por los picos más altos y por los valles más oscuros, pero con un amor que hará que todo valga la pena. Otro ejemplo: '¿Qué nombre vamos a ponerle a nuestro primer hijo?' La llegada de un niño es un acontecimiento que cambia la vida para siempre. Con ese niño vienen nuevas alegrías, nuevas experiencias, nuevas cargas... una nueva manera de vivir la vida. 'Avísame cuando sepas la fecha de tu cirugía, así voy contigo al hospital'. Eso sólo lo dice una persona que nos quiere bien, y que está dispuesta a sacrificar su tiempo y su rutina para estar a nuestro lado cuando más lo necesitamos.
Éstas, y muchas más, son las preguntas más profundas de la vida que nos desafían. Son preguntas de amor y preocupación, preguntas sobre nuestra humanidad y dignidad. Y la forma en que las respondemos puede tener efectos drásticos en lo que nuestra vida puede y llegará a ser.
En el texto para hoy se hace una pregunta más importante todavía, una pregunta sobre nuestra relación espiritual con Dios, y el mismo Jesús es quien la hace. Esta pregunta está registrada en cada uno de los cuatro Evangelios, lo que demuestra la importancia que tiene. Y, si bien Jesús se la hace a sus discípulos, es una pregunta que todos nosotros también debemos contestar. Jesús quiere saber quién crees tú que él es, pues tu respuesta cambiará literalmente tu vida. Pero Jesús también quiere que podamos darle la respuesta correcta. No quiere que nos escondamos detrás de los puntos de vista o de las creencias de otros, o de lo que nosotros pensamos que Dios debería ser. No, Jesús es Dios hecho carne, nacido en medio del pecado de este mundo, hecho siervo de una humanidad rebelde. Jesús es el Dios hecho carne dispuesto a ir a la cruz para que tú y yo pudiéramos nacer de nuevo a partir de su muerte y resurrección y recibir su regalo de vida eterna. Entonces, perdón, dice Jesús, pero: 'Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?'
Doy gracias a Dios que Jesús insistió y siguió preguntándole a Pedro, así como sigue preguntándonos a nosotros.
'Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?' Simón Pedro respondió: '¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!' Entonces Jesús le dijo: 'Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos.'
La pregunta más importante, entonces, es: '¿Quién es Jesús para mí?' Y digo que es la pregunta más importante porque la respuesta llena del Espíritu nos conecta con el Dios viviente a través de la relación dinámica de la fe. Es mi oración que tu respuesta sea la misma que la de Pedro: '¡Tú eres el Cristo... pero también eres mi Cristo, el Hijo del Dios viviente para mí!'
Cuando uno da la respuesta correcta a esta pregunta, no es como si aprobara un examen. Cuando uno confiesa quién es Jesucristo en su vida, también está confesando quién uno es en su Presencia. Y esto hace que nos presentemos limpios delante de Dios.
Jesús les hizo muchas preguntas a sus discípulos. En el evangelio de Juan, luego de haberle enseñado a la multitud que él era el único Señor y Salvador del mundo, muchos se fueron y dejaron de seguirle. Es entonces que Jesús les pregunta a sus discípulos: '¿También ustedes quieren irse?' A lo que Pedro responde: 'Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído, y sabemos, que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente' (Juan 6:67-69). En otras palabras: sabemos quién eres, Jesús... sabemos en presencia de quién estamos; somos pecadores que necesitamos la gracia de Dios, y tú eres esa gracia de Dios en acción para nosotros.
Es que cuando damos la respuesta correcta, queremos arrepentirnos de lo tontos que somos por constantemente tratar de hacer a Dios a nuestra propia imagen, en nuestros propios términos, con nuestras propias limitaciones. Y moldear a Jesús a nuestra imagen es perder la vida y la salvación que sólo él puede darnos.
En su libro 'Examinando el alma', Christian Smith resume las creencias más comunes acerca de Dios en la iglesia y cultura contemporáneas de la siguiente manera:
- La mayoría de los cristianos evangélicos cree en lo que él describe como un "deísmo moral terapéutico".
- Que el deísmo sea "moral", implica que Dios quiere que seamos buenos, por lo que recompensa de alguna manera a los buenos y castiga, también de alguna manera, a los malos.
- "Deísmo", a su vez, implica la noción que Dios está distante. Es cierto que de vez en cuando se involucra en nuestras vidas, pero en general Dios funciona más como una idea, que como un ser que participa activamente en nuestro mundo.
De acuerdo a este autor, entonces, esta es la versión de Dios que prevalece hoy en nuestras iglesias cristianas... un dios que no es más que un producto de nuestra imaginación. El dios de muchos es un dios misericordioso sin justicia, amoroso sin santidad, poderoso sin autoridad. Es un dios que está disponible cuando lo necesitamos, pero que se queda quieto y callado cuando no lo queremos. Lo que más me impresiona de todo esto, es que tratamos así a Dios, pero ni siquiera nos tratamos así entre nosotros. ¿Quién estaría de acuerdo en mantener una relación de pareja en términos tan demandantes?
Recientemente leí la siguiente frase que dijo una conocida cantante: "Yo creo en un dios que perdona, porque eso es lo que los dioses hacen".
Jesús está dispuesto a iniciar la conversación a partir de la pregunta: '¿Quién dice la gente que soy?' Pero no termina allí. Jesús sigue haciendo preguntas para mostrarnos no sólo quién es, sino lo que significa vivir para él. Los dioses de nuestra imaginación nunca llegan a ser gran cosa. Pero el Dios de la Escritura supera toda imaginación posible. Él es el que nace en un establo de Belén, el que entra en Jerusalén montado en un humilde burro, el que carga con nuestras cruces y nos promete vida eterna, el mismo que hoy nos pregunta a ti y a mí: 'Y ustedes, ¿quién dicen que soy?'
Jesús sabe que la respuesta que demos a esta pregunta es de importancia vital para nuestras vidas. Él no es solamente un gran maestro que dio consejos para la vida, ni una persona con poderes y autoridad sobrenaturales. No, él es el Cristo, el Ungido de Dios que ha venido a traer sanidad y salvación.
Lo maravilloso de este texto es que hasta la respuesta de Pedro es un regalo del Padre a través del poder del Espíritu santo. Lo que esto significa es que hasta nuestra fe en él no se trata tanto de lo que nosotros podemos hacer con el poder, la fortaleza y la sabiduría de dios, sino más bien de lo que nuestro amoroso Señor Jesús puede hacer en y a través de nosotros.
Muchas personas piensan que al contestar la pregunta de Jesús están limitando sus posibilidades y restringiendo sus libertades. ¡Todo lo contrario! Nada podría estar más lejos de lo cierto. La fe en Jesús no sólo no limita nuestra vida, sino que nos abre un mundo de posibilidades que sólo nuestro Creador y Redentor puede darnos.
Si alguna vez observaste a un alfarero trabajar un trozo de arcilla hasta lograr una pieza de cerámica bella y única, sabes bien a qué me refiero. O si alguna vez viste a un herrero moldear y dar forma a un trozo de metal hasta convertirlo en algo útil, sabes de qué estoy hablando. Entonces, ¿qué vas a hacer de tu vida? ¿Vas a conformarte con las cosas que puedes lograr por ti mismo, o vas a responderle a Jesús y permitir que sea él quien dirija tu vida? Al seguir preguntando Dios mostró su gracia... 'Y tú, ¿quién dices que soy?'
Cuando respondemos con fe, recibimos poder para caminar al lado de Cristo, con su autoridad, con su bendición, con su Espíritu. Jesús mismo es quien le dice a Pedro '¡Bienaventurado eres! Esa es la respuesta correcta. Tú sabes quién eres, y sabes quién soy para ti. De hecho, te convertirás en pescador de hombres y proclamarás mi Nombre, mis enseñanzas y mi autoridad al mundo, para que ellos también puedan creer en mí'.
¿Alguna vez has pensado seriamente en quién es realmente este Jesús y en lo que realmente significa creer en él? Cuando crees en él, él se convierte en la fuente de tu vida, de tu salvación, de tu sabiduría, tu justicia y tu paz, más allá de las cosas que te pasen en la vida.
En su libro "¿Qué más podemos decir que AMÉN?", el Dr. Oswald Hoffmann lo dice más deliberadamente todavía. Refiriéndose al momento de la muerte, que según él es el acontecimiento universal más persuasivo para la humanidad, dice lo siguiente:
"A veces, en nuestra humanidad, no sabemos qué decir a las personas que sufren la pérdida de un ser querido. ¿Qué se le dice a la madre con sus dos niños pequeños parados al pie de la tumba del esposo y padre que acaba de morir a causa de un tumor cerebral? Uno no se le acerca y le dice: "Sé cómo se sienten". Nadie comprende cómo se sienten, excepto Dios. Lo que sí les puedo decir con toda seguridad, es: 'Jesucristo es el Señor de todo; no sé cómo va a ser la vida de ustedes de ahora en más, pero sí sé que no deben preocuparse, porque Jesús es Señor. Él resucitó de entre los muertos por la gloria de su Padre, y está con nosotros. Él va a guiar y gobernar todo lo que hagan, tanto a nivel personal como profesional'."
Permíteme que siga recordándote, sin exagerar, quién es este Jesús que te pide que deposites toda tu confianza y fe en él.
Una parte del poema titulado "Dios es", de Mike Hilson, lo expresa de la siguiente manera:
¡Él es el primero y el último, el principio y el fin!
Él es quien cuida de la Creación, y el Creador de todo lo que cuida.
Él siempre fue, siempre es, y siempre será...
Fue herido y compró salud.
Fue traspasado y alivió el dolor.
Fue perseguido y compró la libertad.
Fue muerto y compró la vida.
¡Él es mi Redentor, mi Salvador, mi guía, mi paz,
mi alegría, mi consuelo, mi Señor, mi vida!
Cuando enfrento pruebas, ¡él está conmigo!
Cuando enfrento persecución, ¡él me protege!
Cuando enfrento problemas, ¡él me consuela!
Cuando enfrento pérdidas, ¡él me cuida!
Cuando enfrento la muerte, ¡él me lleva a casa!
Él es todo para todos, en todas partes,
todo el tiempo, y en toda forma.
Él es Dios, él es fiel. ¡Yo soy suyo, y él es mío!
Lo que Jesús más quiere es que contestemos bien a su pregunta, ¿no te parece? Bienaventurado eres tú, Pedro, porque esta respuesta es tu vida. Y bienaventurados somos también tú y yo, que conocemos a este Jesús por fe, porque nuestra relación con él hace posible que tengamos una relación única también con quienes nos rodean. Cuando confiamos en él para todas las cosas de nuestra vida, dejamos de ver a los demás con nuestros propios ojos, y comenzamos a verlos a través de los ojos de Jesús. Nuestra confesión de fe en él nos lleva a amar más.
Los que hemos sido perdonados aprendemos a perdonar, y los que hemos recibido la gracia de Dios aprendemos a tratar a los demás con esa misma gracia y misericordia... porque el Espíritu Santo intercede ante el Padre por nosotros, y el mismo Jesús nos abre las puertas del cielo.
Hace un tiempo se llevó a cabo el siguiente experimento. En un grupo de cuarto año de primaria se dispusieron a jugar el juego del globo, para el cual cada niño se ató en un tobillo un globo inflado que debían proteger para que nadie se los pinchara, a la vez que tenían que tratar de pinchar el globo de sus compañeros. El último niño que quedara con su globo intacto, sería el ganador. El concepto del juego era: si yo gano, tú pierdes. Se podrán imaginar que esos niños de 9 años enseguida se entusiasmaron y comenzaron a tratar de pinchar tantos globos como podían. En pocos segundos no quedó más que un globo sin reventar... que por supuesto estaba atado al tobillo del niño menos popular de la clase.
El mismo juego se hizo también en una clase de niños discapacitados, sólo que los resultados no fueron los mismos. Luego de recibir las instrucciones, parece que el único concepto que los niños asimilaron fue que tenían que reventar los globos... pero en vez de pelearse por reventar los globos de los demás, creyeron que tenían que ayudarse mutuamente a reventarlos. En otras palabras, unieron sus esfuerzos en una especie de cooperativa para reventar todos los globos. Una niña se arrodilló y sostuvo con mucho cuidado su globo para que otro niño lo pudiera reventar. Luego ese niño puso el suyo en el piso para que la niña pudiera hacer lo mismo. Y así fueron yendo hasta que el último globo fue reventado, y todos terminaron con un gran aplauso.
Es válido preguntarse: ¿quién jugó mejor ese juego?
Preguntas, preguntas. La vida está llena de preguntas. Pero hay una que es más importante que cualquier otra que se nos pueda ocurrir. Es la pregunta que nos hace Jesús: '¿Quién dices tú que soy?'
No dejes que nada en esta vida te impida dar la respuesta correcta. Recuerda que vivimos en un mundo que está constantemente inmerso en lo trivial y lo mundano. Hay muchas preguntas dando vueltas por ahí que tienen suficiente peso como para mantenernos ocupados. Pero quizás, sólo quizás, incluso las preguntas más profundas de la vida no nos van a dejar en paz hasta que no contestemos la pregunta que Jesús nos hace.
La vida es mucho más de lo que este mundo nos puede ofrecer y dar. En Jesucristo puedes encontrar vida verdadera, salvación y resurrección... la vida que Dios ha preparado desde siempre para ti. ¿Quién es Jesús para ti? La respuesta correcta, contestada por gracia a través de la fe, literalmente te conecta al Dios viviente y te da fuerza para caminar con él desde ahora y para siempre.
Jesús va a seguir preguntándote: '¿Quién dices tú que soy?', hasta que le contestes. Junto con Pedro, oro para que tu respuesta sea: 'Tú eres el Cristo, tú eres mi Cristo, el Hijo del Dios viviente para mi vida'. Si de alguna forma podemos ayudarle, comuníquese con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones. Amén.