Para El Camino
"El amor del Padre"
Presentado el 19 de junio
AUTOR: Rev. Gregory P. Seltz, Orador (2011 al 2017), The Lutheran Hour
Rev. Héctor Hoppe
© 2024 Cristo Para Todas Las Naciones
TEXTO: Mateo 6:9ss
Ustedes deben orar así: 'Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre...'. Y toda la Iglesia cristiana en la tierra confiesa: 'Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra...'.
Tuve la suerte de crecer en un barrio donde había muchos niños, allá por los años 60 y principios de los 70. En la cuadra donde yo vivía había tantos niños, que podíamos armar cuatro equipos de básquet, tres equipos de béisbol, o dos de fútbol americano... ¿Qué más podía pedir un niño? Era como que siempre había algo para hacer. De hecho, la televisión casi ni la miraba porque cada vez que la prendía, alguien golpeaba la puerta preguntando si yo podía ir a jugar afuera.
Uno de esos típicos sábados de otoño a la tarde, estábamos jugando a la pelota en la calle. Nos estábamos divirtiendo mucho, como cada vez que jugábamos, pero esa tarde era mejor todavía, porque nuestros padres vinieron a vernos jugar, y algunos de ellos incluso se pusieron a jugar con nosotros. Siempre nos gustaba cuando nuestros padres se metían en la cancha con nosotros, porque así les podíamos demostrar lo bien que jugábamos y los hacíamos sentir orgullosos de nosotros. ¡Qué día fue ese! ¡Qué partido! Nuestros padres jugando con nosotros, nuestras madres mirando, en fin, todos los vecinos disfrutando una hermosa tarde de sábado... hasta que de pronto alguien gritó: ¡AUTO, AUTO, AUTO!
Por más simple y evidente que parezca, ése era el grito que nos mantenía seguros. Porque de vez en cuando pasaba un automóvil por nuestra 'cancha', por lo que el primero en ver venir uno pegaba el grito, y todos salíamos corriendo a ponernos a salvo en las veredas y en el césped. El problema fue que ese día, el grito casi no llega a ser lo suficientemente rápido como para darnos tiempo a ponernos a salvo. Todos sabíamos quién era el que manejaba la camioneta Dodge que pasó a toda velocidad delante de nosotros. Vivía a unas pocas cuadras de allí. Y esa no era la primera vez que hacía eso. Hasta me parece que lo hacía a propósito.
Pero ese día sucedió algo diferente... cuando miré hacia la calle vi a mi padre, junto con otros dos padres, persiguiendo a la camioneta. Increíblemente, la alcanzaron en el cartel de PARE. También recuerdo ver a mi padre, muy enojado, meter la mano por la ventanilla, abrir la puerta, y sacar al conductor a la calle. Mirándolo a los ojos, le dijo algo. No sé qué fue, pero sí sé que nunca más volvió a pasar por esa calle. Nunca me voy a olvidar de la imagen de nuestros padres haciéndose cargo de esa situación para proteger a sus familias. ¡Qué bueno es tener un Padre que nos ama!
Hoy celebramos el Día del Padre y, si bien este día no recibe tanta publicidad como el Día de la Madre, ambos son muy importantes para la familia y para la sociedad. A todos los que son padres les quiero decir que hoy ustedes son más importantes que nunca. Nuestra sociedad necesita que ustedes participen de la educación y crianza de sus hijos, y que apoyen con amor a sus esposas. Por estas razones es que soy un ferviente partidario de la celebración del Día del Padre.
Pero también lo soy por otra razón, por una que creo es más importante aún. Como cristiano, el Día del Padre no sólo me invita a recordar el amor de mi padre y mis propias responsabilidades para con mi familia, sino que también me invita a recibir y recordar el amor que Dios, mi Padre celestial, tiene para mi vida. Es importante que como padres, madres, e hijos, nos demos cuenta que la salud y la plenitud que necesitamos y deseamos tener en todas nuestras relaciones sólo puede venir cuando tenemos una buena relación con Dios, cuando comprendemos bien quién es Dios el Padre para nosotros, y qué espera de nosotros. Hoy celebramos el hecho que, gracias a lo que Jesucristo hizo, cada uno de nosotros puede decir: '¡Qué bueno es tener el amor del Padre celestial en nuestra vida!' Porque es Jesús quien nos enseñó a orar...
"Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
Venga tu reino. Hágase tuvoluntad así en la tierra como en el cielo"
... Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra..."
La importancia que los padres ejercen en nuestra vida tiene una progresión natural. Hay momentos en que celebramos con ellos, otros en que los desafiamos, otros en los que les pedimos perdón, y otros en los que finalmente nos damos cuenta de lo importante que su amor es para nuestra vida.
La columnista Ann Landers escribió:
Cuando yo tenía 4 años, mi padre podía hacer cualquier cosa.
Cuando tenía 5, mi padre lo sabía todo.
Cuando tenía 6, mi padre era más inteligente que cualquier otro padre.
Cuando tenía 8, mi padre ya no sabía tanto como antes.
A los 10 pensaba cuánto habían cambiado las cosas.
A los 12 estaba segura que mi padre era demasiado viejo para comprender algunas cosas.
A los 14 decía que no le hacía caso porque era muy anticuado.
A los 21 ni pensaba en pedirle su opinión.
A los 25 me di cuenta que algo sabía. Después de todo, ya había vivido mucho.
A los 30 pensaba que sería bueno pedirle su opinión.
A los 35 no hacía nada sin primero hablar con él.
A los 40 me preguntaba cómo habría sobrevivido sin él.
A los 50 daría cualquier cosa por poder hablar otra vez con él. Qué lástima que no supe apreciar cuánta sabiduría tenía mi padre, y cuánto más podría haber aprendido de él... cuando con sólo levantar el teléfono podía escuchar su voz.
Es interesante ver el cambio de actitud de la persona con respecto al lugar y a la importancia que le da a su padre en su vida. El padre siempre fue el mismo; él nunca cambió. La que cambió fue, en este caso, la hija.
Con nosotros sucede lo mismo. Pero no tenemos que esperar hasta llegar a tener 50 años para hablar con nuestro Padre celestial. Es mi oración que tú no esperes hasta que sea demasiado tarde para confiar y creer en él. Lo que Jesús nos está diciendo en las palabras de lo que hoy conocemos como el "Padrenuestro", es algo increíble. Jesús nos enseña a orar al Dios creador del universo llamándolo, nada más ni nada menos, "nuestro Padre". Durante todo su ministerio terrenal Jesús enseñó que lo que más necesitamos es ser reconciliados con Dios el Padre, nuestro Creador. ¿Por qué? Porque nuestra vida sólo puede estar en paz y armonía cuando volvemos a estar conectados con él, el Dios santo y justo de la creación.
Jesús nos recuerda hoy lo bueno que es ser amados por nuestro Padre celestial. El amor del Padre es un amor que disciplina y protege. Es un amor que pone parámetros, límites y principios, y que aumenta la auto estima. Es un amor que nos asegura que, al final de los tiempos, en el mundo habrá justicia y santidad. Es esa clase de amor que protege y dirige, pero que también es temido por quienes hacen lo incorrecto y tratan de destruir y crear caos y confusión en el mundo.
Lo que sucede es que, como somos pecadores, a menudo no recurrimos a nuestro Padre celestial en fe porque le tenemos miedo. Tal temor de Dios, e incluso temor a no contar con su amor, no proviene de él, sino de nuestra naturaleza pecadora. Es por ello que necesitamos su santidad, su justicia, y su amor eterno. Pero nuestra mala disposición para confiar en ese amor hace que lo creamos severo, demandante, y hasta lejano. Quizás crecimos con un padre que reflejó tan pobremente el amor de Dios, que lo empañó y le quitó el brillo que lo caracteriza. Jesús vino a echar por tierra todo lo que se interpone entre nosotros y el amor del Padre, y hoy nos llama a todos al arrepentimiento. Hoy tenemos la oportunidad de volvernos al único que nos ama con amor eterno: nuestro Padre celestial.
En el texto para hoy, Jesús nos invita a que tengamos fe en nuestro Padre celestial y a que confiemos en el amor que Dios el Padre nos tiene. Su amor es justo, y porque es justo, odia el poder destructivo que tiene el pecado, tanto para esta vida como para la eternidad. Pero también es un amor que ansía reconciliar consigo al mundo pecador y rebelde para que podamos vivir nuevamente en él. De hecho, uno de los textos más famosos de la Biblia se encuentra en Juan 3:16, donde dice: "Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna". En este texto Jesús no nos está diciendo simplemente que es bueno ser amados por el Padre celestial sino que, gracias a lo que él hizo por nosotros a través de su vida, muerte y resurrección, nosotros podemos hacer nuestro el amor del Padre por medio de la fe.
¿Qué fue lo que Jesús, el Hijo de Dios, hizo por nosotros? Cumpliendo la voluntad de Dios, Jesús tomó nuestro lugar en este mundo para demostrar la belleza de una relación perfecta con el Padre celestial. Pero también hizo algo más: él tomó nuestro lugar ante el trono de justicia de Dios, para que la justicia perfecta del Padre fuera ejercida, la muerte fuera vencida, Satanás fuera derrotado, y la misericordia eterna de Dios estuviera a disposición de un mundo indigno, pero desesperadamente necesitado.
El mensaje de la Biblia es un mensaje del amor de Dios en acción; es Dios el Padre enviando a su Hijo, en el poder del Espíritu Santo, a vencer al pecado y al diablo para que este mundo pueda, una vez más, tener perdón, vida, y salvación... 'Hágase tu voluntad'... Y su voluntad se hizo para que nosotros podamos vivir. Es por ello que Jesús nos enseñó a orar: "Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre...'. Y es por ello que toda la Iglesia cristiana en la tierra confiesa: 'Creo en Dios Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra...'. Y es por ello que hoy los invito a que se apropien del amor del Padre.
Lo primero que tienen que hacer es confesar a Jesucristo como el Señor y Salvador de sus vidas. Jesucristo vino a este mundo no sólo para perdonar nuestros pecados, sino también para restaurar nuestra relación con Dios el Padre, aquél que nos creó 'a su imagen y semejanza' para que estuviéramos en comunión con él, viviéramos en su reino, y le sirviéramos en rectitud, inocencia, y bendición eterna. Cuando conocemos a Jesús por medio de la fe, podemos vislumbrar el corazón del Padre celestial que nos creó y que quiere que estemos con él por la eternidad. Gracias a Jesús, entonces, podemos celebrar el amor del Padre y todo lo que ello significa para nosotros.
Cuando se les pregunta cómo eran sus padres, la mayoría de las personas recuerdan algún rasgo o característica especial, y dicen cosas como: 'Mi padre nunca se quedaba de brazos cruzados; cuando había un problema, él siempre encontraba una solución; cuando alguien necesitaba algo, él lo proveía; si teníamos miedo, él nos protegía'. Ahora, imagínense, si el amor de un padre humano puede significar tanto para nuestra vida, ¡cuánto más puede significar el de nuestro Padre celestial!
Celebremos, entonces, ese amor eterno...
* Amor que hizo que Dios el Padre creara el mundo,
* Amor que hizo que Dios el Padre enviara a su Hijo a redimir y restaurar al mundo,
* Amor que hace que él provea cada día todo lo que necesitamos para vivir,
* Amor que hace que él discipline y madure a sus hijos, y, por encima de todo,
* ¡Amor que hace que él esté siempre con nosotros!
El amor de Dios el Padre, así como el amor de nuestros padres ese día en que jugábamos a la pelota cuando yo era niño, es un amor activo, un amor que se pone en acción por el bien de los demás. Más aún: Dios, nuestro Padre celestial, entró en acción desde el comienzo de los tiempos, haciendo lo que era necesario para restaurar la relación que nosotros rompimos.
En este Día del Padre somos llamados a recibir y a reflejar el amor de nuestro Padre celestial, y lo que él significa en nuestras vidas. Una de las maneras en que demostramos que le amamos es viviendo bajo su gracia y misericordia y guiando a nuestros seres queridos a su amor, para que el Padre celestial también sea para ellos el castillo fuerte que los defiende en todo tiempo y lugar.
RESUMIENDO - En la Biblia se nos presenta y proclama a Dios el Padre como un Dios en acción, un Dios que guía, un Dios que respondió al llamado cuando el pecado destruyó su perfecta creación y el ser humano necesitaba desesperadamente su bendición, su perdón, su protección y su disciplina. ¿Quién puede comprender un amor de Padre tan perfecto?
Voy a contarles una historia que quizás les ayude a vislumbrar un poco más la magnitud del amor del Padre para con nosotros. "Luego de cantar unos himnos un domingo a la tarde en la iglesia, el pastor se paró, se dirigió al frente, y presentó a un amigo suyo de la infancia. El amigo, un hombre ya mayor, se levantó de su asiento y se dirigió al frente de la iglesia, desde donde contó la siguiente historia: "Un padre, su hijo, y un amigo de su hijo, estaban navegando cuando se desató una tormenta en forma tan súbita, que no les dio tiempo de regresar a la costa. Las olas eran tan altas que, aún cuando el padre era un marino experimentado, no logró mantener el bote a flote, y los tres terminaron en el océano". Aquí el hombre hizo una pausa, y vio a dos jovencitos que, aparentemente, estaban interesados en su historia. Continuó diciendo: "Provisto de un solo salvavidas, el padre tuvo que tomar la decisión más difícil de su vida... a qué muchacho tirárselo. Apenas tenía unos pocos segundos para decidir. El padre sabía que su hijo era cristiano, y también sabía que el amigo de su hijo no lo era. La agonía de su decisión ni se comparaba con el azote de las olas. Finalmente, a la vez que gritó: '¡Hijo, te amo!', le tiró el salvavidas al amigo de su hijo. Cuando casi llegó hasta él, su hijo había desaparecido, tragado por las aguas. Su cuerpo nunca fue recuperado".
A esta altura, los dos jovencitos estaban ansiosamente esperando las próximas palabras. El hombre dijo: "El padre sabía que su hijo iba a entrar en la eternidad con Jesús, pero no podía soportar la idea de que el amigo de su hijo entrara en una eternidad sin Jesús. Por lo tanto, sacrificó a su hijo. ¡Qué grande es el amor de Dios el Padre, que hizo lo mismo por nosotros!"
Habiendo dicho eso, el hombre volvió a sentarse en su lugar, en medio de un silencio sepulcral.
Ni bien terminó el servicio, los dos jovencitos fueron a hablar con el hombre y le dijeron que, si bien la historia les había gustado, no creían que fuera muy realista que un padre sacrificara la vida de su hijo con la esperanza que el otro joven se volviera cristiano. A esto, el hombre les respondió con una gran sonrisa: "Es cierto que no parece una historia muy realista. Pero les aseguro que esa historia me da una idea de lo que debe haber sido para Dios el Padre dar a su Hijo por mí. Porque el amigo que estaba en el agua ese día, era yo".
Es posible que no logremos comprender la inmensidad del amor del Padre, cuyo corazón se rompió cuando envió a su amado Hijo a sufrir el juicio y castigo que nos correspondía a nosotros para que nosotros podamos volver a vivir. Es por ello que es tan importante que creamos en Jesús, que es quien refleja la profundidad del amor del Padre en una manera que podemos comprender y creer.
Jesús te está diciendo lo bueno que es contar con el amor del Padre celestial. Por la fe en Jesús tenemos el mismísimo amor de Dios, nuestro Padre celestial, y a través de la fe tenemos la atención del Padre cuando oramos: "Padre nuestro que estás en los cielos".
Dios te bendiga siempre. Amén.
Si de alguna forma podemos ayudarle, comuníquese con nosotros en Cristo Para Todas Las Naciones.