"Abre el corazón"
Después de escuchar al rey, los sabios se fueron. La estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se regocijaron mucho. Cuando entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y, postrándose ante él, lo adoraron. Luego, abrieron sus tesoros y le ofrecieron oro, incienso y mirra (Mateo 2:9-11).
Los sabios estaban felices de haber encontrado al Niño que conocían como el "Rey de los judíos", profetizado desde hacía mucho tiempo. Ellos entendían que Él era el Cristo de Israel y digno de adoración, y estaban tan conmovidos por el gozo, que se postraron ante el Niño en un gesto de profundo respeto y sumisión y lo honraron con regalos de oro, incienso y mirra.
Podemos identificarnos con la alegría que trae el encuentro con Jesús, pero no acudimos a él con regalos costosos. Al venir a él no lo honramos con oro, incienso o mirra, sino que llegamos con el peso del mundo encima nuestro. Nuestros regalos al Rey de reyes son odio, rencor, falta de perdón, y mucho más. Aun así, el regalo que Jesús nos ofrece es su salvación.
Las Escrituras dicen que los sabios abrieron sus tesoros para entregárselos al Rey de los judíos. Hoy, el Rey de los judíos quiere abrir nuestros corazones para responder a su invitación a conocerlo. Busquemos al Señor mientras pueda ser encontrado, no cerremos el corazón a su llamado. Honrémoslo con ofrendas de amor y obediencia e inclinémonos ante Él en adoración.
Jesús, con alegría nos inclinamos ante ti como el Rey digno de adoración de todas las naciones. Te damos gracias por la invitación que nos haces a conocerte, y te pedimos que abras nuestros corazones para responder al mensaje que nos lleva a tu salvación. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Aun arde en ti la alegría que sentiste cuando te enamoraste de Jesús por primera vez?
* ¿Cómo mantienes una intimidad en tu relación con Jesús que abarque seguridad y aceptación?
Diaconisa Perla Rodriguez
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