"Finalmente volvió la luz"
Pero no siempre habrá oscuridad para la que ahora está angustiada. En los primeros tiempos las regiones de Zabulón y Neftalí fueron afligidas, pero en los últimos tiempos se llenará de gloria el camino del mar, al otro lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz; sí, la luz resplandeció para los que vivían en un país de sombras de muerte (Isaías 9:1-2).
Para el ministerio del Cristo Dios eligió, con mucha anticipación, un lugar geográfico específico en el norte de Galilea. En esa zona pasaba una ruta comercial, que data de la edad de bronce, que unía a Egipto con los imperios de Siria y Mesopotamia.
Siglos más tarde de este anuncio de Isaías, Jesús, el Hijo de Dios hecho carne, llega a Galilea. Fue en esa concurrida zona de encuentro internacional donde Cristo llamó a sus discípulos y donde enseñó e hizo muchos milagros. A ese lugar llega la luz, cumpliendo así la magnífica promesa de Isaías: "No siempre habrá oscuridad para la que ahora está angustiada".
Así comenzamos hoy el Adviento: con la promesa de que Dios no dejará en la oscuridad a este mundo perdido y angustiado. El mundo que Dios había creado era hermoso, luminoso, limpio, sin oscuridad maligna ni angustias. Pero la desobediencia de Adán y Eva tapó con un manto oscuro y pesado todo eso hermoso que Dios había creado. Es una oscuridad que todavía sufrimos hoy, que nos aplasta con angustia, temores, remordimientos, culpas y desesperación.
Sin embargo hoy, quienes hemos recibido el don de la fe podemos decir que el apagón mundial se terminó, podemos exclamar: ¡volvió la luz! Esta vez en la persona de Jesús que se auto proclamó la luz del mundo (Juan 8:12). Por su ministerio de amor y consuelo, y mediante su muerte en la cruz, Jesús pagó el precio para restaurarnos a la luz y darnos vida eterna.
Padre amado, que vives en la luz celestial, ilumínanos con tu Espíritu Santo para que veamos a Jesús como el único camino de salvación. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Qué oscuridades te rodean, te confunden y te inhabilitan para una vida fructífera?
* ¿Cómo te restaura Jesús a una vida iluminada por el pensamiento de Dios?
Rev. Héctor Hoppe
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