"Espera lo inesperado"
Aunque deba yo pasar por el valle más sombrío, no temo sufrir daño alguno, porque tú estás conmigo; con tu vara de pastor me infundes nuevo aliento (Salmo 23:4).
Memoricé el Salmo 23 siendo de muy corta edad. Era el lema de mi escuela. Y una vez leí que es uno de los salmos más memorizados de la Biblia. Me pregunto por qué. A nadie le gusta sufrir ni pasar por el valle más sombrío. En la versión Reina Valera 1960 se traduce como "valle de sombra de muerte".
La razón por la cual tantas personas memorizamos este salmo creo que tiene que ver con la realidad certera de este lado del cielo: vamos a enfrentar momentos difíciles. Debemos esperar lo inesperado y no sorprendernos o preguntarnos por qué. Es parte de la vida.
Y la confianza que tenemos en Dios no se basa en nuestra capacidad de enfrentar los desafíos, sino en la certeza de que Cristo ya venció y nos acompaña.
Cuando oramos "hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo" en la tercera petición del Padrenuestro sabemos que la buena y misericordiosa voluntad de Dios se hace, en verdad, sin nuestra oración; pero rogamos con esta petición que se haga también entre nosotros.
¿Cómo hace esto Dios? Él refrena a Satanás (interrumpe e impide todo plan y propósito malvados), o nos fortalece con su Palabra para que podamos soportar los sufrimientos que vendrán.
Es la obra de Cristo la que nos sostiene y nos ayuda a soportar las dificultades (lee 2 Tesalonicenses 3:3). Y en Cristo, todas las cosas están dispuestas para nuestro bien (lee Romanos 8:28). Recuerda que su gracia es suficiente para nuestras debilidades (lee 2 Corintios 12:9).
Pero incluso cuando no logramos vivir según esta promesa, Jesús nos perdona, nos capacita y nos fortalece continuamente. El sufrimiento de Cristo y su ejemplo de perseverancia nos dan esperanza y fortaleza para seguir adelante (lee 1 Pedro 2:20-21).
Padre nuestro, que estás en los cielos, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Ayúdanos a confiar en la guía amorosa de Cristo, nuestro Buen Pastor, en cada valle oscuro que enfrentamos. En el nombre de Jesús. Amén.
Para reflexionar:
* ¿De qué forma el Espíritu te recuerda y te lleva a confiar en la guía amorosa de Jesús cuando enfrentas tus propios "valles de sombra de muerte"?
* ¿Cómo puedes aplicar la gracia y el perdón de Cristo en tu vida cuando te sientes incapaz de seguir su ejemplo, y cómo eso te motiva a seguir adelante?
Diaconisa Noemí Guerra
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