"El único que flota"
... un hombre llegó corriendo... y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?» Jesús le dijo: «¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie que sea bueno, sino sólo Dios. Ya conoces los mandamientos... Aquel hombre le respondió: «Maestro, todo esto lo he cumplido desde mi juventud.» Jesús lo miró y, con mucho amor, le dijo: «Una cosa te falta: anda y vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres ... Después de eso, ven y sígueme.» Cuando aquel hombre oyó eso, se afligió y se fue triste, porque tenía muchas posesiones (Marcos 10:17-22).
La otra noche soñé que estaba ahogándome y todos los pedazos de madera que agarraba para no irme al fondo no flotaban, sino que se hundían y yo con ellos. Quizá fue un sueño producido por el cansancio, pero en cierto sentido, la vida es como ese sueño extraño. Nuestro pecado nos ha dejado a la deriva en un mar de desesperación. Las tablas o pedazos de madera que se hunden son nuestras "buenas obras" (entre comillas).
La realidad es que el único salvavidas que flota y nos puede rescatar del ahogamiento del pecado es Cristo porque "no hay nadie que sea bueno, sino sólo Dios".
Este domingo es el vigésimo primer domingo después de Pentecostés y recordamos que Cristo Jesús es el único bueno por quien heredamos la vida eterna.
El joven rico llega donde Jesús buscando desesperadamente la salvación, confiando en sus propias acciones justas para asegurar su lugar en la vida eterna. Pero Jesús, en su amor y compasión, le muestra que la verdadera vida eterna solo se encuentra en Él.
Ninguno de nosotros es inherentemente bueno o capaz de salvarnos a nosotros mismos. Nuestros esfuerzos por alcanzar la salvación a través de nuestras propias obras son como nadar desesperadamente aferrándonos a tablas que se hunden.
Sin embargo, Jesús nos ofrece un camino mejor: confiar en él como nuestro único salvavidas, el único que flota. Él nos llama a soltar nuestras posesiones y obras, y a confiar solamente en su obra redentora en la Cruz.
Padre nuestro, en medio de las aguas turbulentas del pecado, reconocemos nuestra necesidad desesperada de salvación. Gracias por enviar a Jesús como nuestro único salvavidas. Él es el único camino hacia la vida eterna. Amén.
Para reflexionar:
* ¿Dónde colocas tu confianza para la vida eterna?
* ¿Estás aferrado a tus propias obras y posesiones como tablas que se hunden, o estás confiando en Jesús como tu único salvavidas seguro?
Diaconisa Noemí Guerra
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