
"Entregando todo"

"Sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres." Filipenses 2:7
A la palabra "entregarse" la asociamos generalmente con derrota y desesperación. Es una palabra que significa que no podemos seguir más. Nos hemos entregado. Hemos dejado de luchar. Pero entregarse puede ser una cosa buena, especialmente si se hace por otros.
En diciembre de 2007, el Rey Wangchuck de Bután entregó su trono. No fue destituido, ni hubo ningún escándalo que lo avergonzara delante de su pueblo, sino que entregó su trono voluntariamente, aún contra la voluntad de su pueblo. Y lo hizo por el bienestar de su pueblo, porque se dio cuenta que su autoridad absoluta era demasiado para un solo hombre y decidió que su pueblo necesitaba ser libre.
Hay otro Rey que también lo entregó todo por su pueblo: Jesús. Jesús se humilló a sí mismo para entregar su gloria y honor, y llegar a ser una persona como usted y como yo. No fue obligado por el Padre para hacerlo. Fue una elección propia que hizo libre y voluntariamente, porque nos ama a usted y a mí. Jesús dejó su trono celestial para que usted y yo podamos ser libres del poder del pecado, de la muerte y del diablo. Gracias a él somos libres para ser el pueblo que Dios el Padre quiso que fuéramos. En su entrega Jesús conquistó la derrota y la desesperación y las convirtió en victoria y alegría por nosotros.
Señor Jesús, gracias por entregar lo que era tuyo para que nosotros podamos ser hijos de Dios. Amén.
Pastor Paul Undlin
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